martes, 2 de febrero de 2010



No deseaba otra cosa que no fuera encontar un cochambroso hotelucho barato en el que tumbarme a deshacer todas esas horas de bus. Convenimos llegar hasta la costa por carretera, no en avión, todo un viaje antropológico alcanzar el Índico sin avión. Tres Mutzungus (hombres blancos) entre las setenta plazas de aquella mole metálica, sorteando controles de policía chequeando el pasaporte, lógicamente solamente a nosotros. El resto de los viajeros occidentales que encontramos por Tanzania habían optado por viajar rumbo a Zanzibar en un un blanco avión. Mientras nosotros cantábamos con alegría en el incómodo asiento del más reggaero autobús de todo el cuerpo nacional. Seguíamos paralelos al trazado de la antigua red ferroviaria entre algodón, sisal y plataneras. Hubiera sido mucho más bello arribar a Dar con el traqueteo del tren, rememorando memórias de una infancia que durante mí estancia en África no encontré tan lejana. Despertó mí niñez, apostado en un mirador de la calle Salamanca frente a la estación del ferrocarril de Alicante, con el ir y venir de maletas ... mientras mí abuela preparaba unos canelones y mí padre trataba de combatir mí inquietud sentandome frente a ese ventanal para contar coches a mis hermanos. Yo contaba los que bajaban y mi hermano los que subían... Un método muy ... docente para calmar las carreras esos pillos.
Ya en Dar- es -Salam y tras varias intentonas dimos con un hotel económico y muy limpio, exquisito, mientras aquella misma noche en un sótano comprábamos al candil de una vela los billetes para Zanzibar, en ferry como no. Pero el cansancio nos descuidó y fuimos timados con unos shillings de más ... por suerte no muchos al cambio, sí para ellos... Un descuido que pudo dejarnos fuera del ferry, pero cumplieron su parte del trato al menos con la existencia de los billetes para el día siguiente y un recargo en el que entraba taxi desde el hotel a la dársena, un engaño que me llevo a bajarme directamente del taxi la mañana que nos desplazabamos al punto de embarque sin pagar más comisiones. -Stop please ¡¡¡¡...Ante el caso omiso alcé la voz con enojo ... -Stop ...fucking hell !!!. No pagamos al taxi que intentó cobrarnos de nuevo y me perdí junto a la cola que nos llevaba a embarcar ... dejando atrás el caotismo de Dar ..., no hice una sola fotografía de ella ...
Por suerte Zanzibar esperaba nacarada.