jueves, 4 de marzo de 2010

Zanzibar, última estación.



(...) Dar es Salam nació por expreso deseo de un sultán lúdico y sensual que reinó en la isla de Zanzibar. Said Majid hijo del gran Seyyid Said sultán de Omán que trasladó la capital de su reino a Zanzibar. Al contrario que su padre carecía del talento de estadista y tan solo interesado por las mujeres hizo de Dar un burdel para un rey hedonista (...)


J. Reverte.


Dar se va esfumando en la distancia y una brumosa mañana la hace desaparecer en la distacia. Su caotismo parecía diluirse como un terrón de azúcar en un té muy dulce antes de cortar el horizonte la ciudad de piedra, y dejarse ver por la bocana de puerto los primeros jahazi, las bellas enbarcaciones de vela latina deseosas de vals, tarjeta de presentación del Índico. Estaba en Zanzibar.

Stone Town, su capital, es una mezcla de variopintas culturas árabe e india. El tono de piel de sus habitantes amarronado varía hasta el más negro de sus masais playeros ataviados de sus trajes tradicionales campando a sus anchas por cualquiera de las maravillosas playas de este explendoroso lugar que el propio Dr. Livingston utilizó como punto de partida en la última de sus expediciones al continente.

Pero las ciudades de está índole por pequeñas que sean peden asfixiar pronto al viajero más deseoso de exotismo que busca las playas nacaradas del norte. Mí estancia en Stone Town no duró más de una hora, tiempo que gasté en organizar la salida hacia el otro extremo de la isla; Kendwa, en busca de paz y de esos astilleros en los que sin utilizar un solo clavo se montan estas verdaderas obras maestras que navegan del modo más artesanal conocido por estas aguas.


Zanzibar vive de la pesca y del turismo. Mientras los hombres salen con la bajamar, las mujeres marisquean en las playas pertrechadas de sus coloristas Khangas...

Unas cuñas sirven de soporte a las embarcaciones para evitar que las quillas las hagan zozobrar con la marea baja...entonces se convierten improvisadas casas temporales a la suerte de la mar.
Buscamos un chozo donde hospedarnos por unos dias y dejarnos embriagar por el reagge y relax que inhunda la isla en el preciso instante en el que una voz me susurra en perfecto inglés...
-Did you get it?... Coincidiamos de nuevo con la pareja de belgas que dejamos un día antes de marchar al Kilimanjaro ...

El chiringuito que internacionalizó Georgie Dann, el rey del verano, hace de las playas de Zanzibar un lugar aún más paradisiaco si cabe... Lo que nunca imaginé es que escucharía la Macarena en uno de ellos mientras todos los masais se contoneaban a la perfección con la coreografía de Los del río que conocían más que bién mientras sigo abrazado a mi cerveza y observo los estragos que ha causado la globalización.