viernes, 22 de febrero de 2013

Baracoa.



Macuto al hombro llego al Edén, la fabulosa Baracoa en el extremo oriental de la isla, donde la señora Carmen me mima durante mis últimos kilómetros en la isla antes de regresar a la Habana. Mis días en Baracoa se endulzan a base de zumo de guayaba y pescado fresco por lo que dura mi estancia palaciega, rodeado de mar y selva, deportado a un particular estadio salvaje, dónde no existe el no, ni pasos atrás. Mi bicicleta "made in República Popular China" tampoco atiende a razón y a sus pedaleos se agregan jinetes, viandantes, campesinos ...
Todavía no sé con exactitud cómo ni dónde salí de aquel estado de locura transitoria, pero estar estuve, al menos eso documentan unos billetes del lugar en mi diario de viaje.

-La detestable cultura del valer desprecia la cultura del ser ... y en Cuba somos (son). No pretendo imitar a Shakespeare con este "to be" particular, pero es lo que aprendí.

Guantánamo.



La carretera central me lleva hasta Guantánamo para ir cumpliendo con mis destinos. En contra de lo que se piensa desde la comunidad internacional, no pertenece al vecino estadounidense. Los yankis poseen una base en la costa que los lugareños conocen como la costa de los mosquitos. Base que ni tan siquiera es apreciable desde ningún punto guantanamero pese a que son muchos los turistas preguntan por la bandera norteamericana. Que tontería más grande pudiendo escuchar
"guantanamera, guajira guantanamera" en cualquier rincón de la villa, yo al menos me quedo con los acordes del "antes de morieme quiero, echar mis versos del alma".

La presencia estadounidense responde a un arrendamiento que decidió pagar la administración estadounidense durante la guerra de independencia contra España en la que participaron. Establecieron una base temporal a cambio del religioso pago de un alquiler por el establecimiento. Cuba no cobra los cheques que llegan a la isla y se dice que se van apilando en uno de los cajones del despacho del comandante en jefe apilándose como basura reciclable.
Mi estancia en Guantánamo es breve... puesto que añado a mí libreta un destino más para completar el extremo oriental de la isla; Baracoa, apartada del resto de Cuba residencia de caudalosos ríos, bosque tropical, playa y montaña en el lugar más edénico de la isla donde me aguarda la señora Carmen.

26 de Julio.



Llego a Santiago de noche... El monumento a Martí da la bienvenida junto a un luminoso de un Castro fébril, fusil en alto. Santiago de Cuba es una ciudad gris en un marco verde pero con una tremenda carga histórica en el computo global del siglo XX, germen del movimiento 26 de Julio. El cuartel Moncada, reconvertido en colegio conserva los disparos de aquella primera intentona que llevó a Castro a la cárcel y posteriormente al exilio. A escasos metros del Moncada ( colegio 26 de Julio ) y en la misma avenida de los libertadores, en el edificio del Tribunal de Justicia, Castro pronuncio su discurso de defensa ... : " La historia me absolverá ", hoy perderé la mañana vagueando en la librería nacional y buscando un transporte ( Chevrolet del 52 ) a la bahía para ver si realmente " se perdió más en Cuba" tras la voladura del Maine.

Sierra Maestra.



La gran Sierra Maestra... No fueron pocas las enseñanzas que la exuberancia de estas lomas y picos dejaron entre los campesinos y guerrilleros barbudos.
En los últimos años de la guerra, el periodista Herberth Mathews accedía a la sierra para entrevistar a líder de los barbudos. Allí en la comandancia de La Plata hizo acto de presencia el comandante en jefe, un Castro barbudo que no se desprendió de su fusil en ningún momento del encuentro. Herberth salió de Cuba con el material de la entrevista que no desveló hasta su publicación en el New York Times.

Transito sus sendas dejando atrás La Plata, camino de Palmamocha donde depositar algunos de mis enseres antes de continuar hacia el pico Turquino, el punto más alto de Cuba y vértice de una fosa oceánica de más de ocho mil metros.
Coronan su cima unos versos de Martí que desnudan el alma ...

" Escasos como los montes son los hombres que saben mirar desde ellos, con entrañas de nación y de humanidad ..."

Las monedas de Trinidad.



Trinidad, mi tercera parada, la joya colonial de América latina, enclavada en el Escambray, una frondosa cadena montañosa que eleva los humedales dejados atrás a la altura de ciénaga zapata y otra barbarie de la madre naturaleza que me acompaña en este viaje. Sus playas son una exquisitez y su núcleo urbano un oasis, un remanso de paz y buen hacer. Me alojo en la casa de don Serafín que habita esta casa del siglo XVIII con techos de caoba. Serafín se afana en contarme que durante el arreglo de uno de los pilares, encontró un cuero con 28 piezas de oro. Monedas acuñadas por un tal Alonso.
-¿Debió ser algún antepasado tuyo?.
Pensando en los Alonsos ilustres o nobles de la época no me viene otro que Alonso de Ojeda...,aunque sus quehaceres no se centraron en Cuba sino en otra Trinidad ( Trinidad y Tobago). Pese a que Serafín llevó aquellas monedas a tasar a Inglaterra no pudo sacar mucho por ellas.
No pude dormir aquella noche pensando cómo, de dónde, cuándo y en qué embarcación llegaría aquel ilustrado.

jueves, 21 de febrero de 2013

Comandante.




Santa Clara, la ciudad liberada por el Ché, donde fue descarrilado el tren blindado de las tropas batistianas, hoy convertido en museo. Pese al imponente mausoleo, los restos de Guevara descansan junto a sus compañeros de la sierra sin más distinción que sus nombres y un pequeño relieve por cada uno de ellos. Pese a ello prefiero la estatuaria de Ernesto en la sede del movimiento 26 de julio, en la que aparece el rostro más amable del comandante, un homenaje al internacionalismo en latinoamérica.

Villa Clara.







Suenan todavía los disparos de un Guevara brazo en cabestrillo por las calles de Santa Clara, anclada e intacta a las faldas del Capiro. Veinte pesos por unos mangos que me endulzan el día mochileando la claridad de Santa Clara, rodeado por mi corte de saltinbamquis callejeros...
Rumbo oriente, carretera, libros y mapas que voy emborronando por la isla entre lineas difusas que acaban en un impresionario... de Cuba, elogiándome de mí rotterdamiana locura, migrando el viento.