Macuto al hombro llego al Edén, la fabulosa Baracoa en el
extremo oriental de la isla, donde la señora Carmen me mima durante mis últimos
kilómetros en la isla antes de regresar a la Habana. Mis días en Baracoa se
endulzan a base de zumo de guayaba y pescado fresco por lo que dura mi estancia
palaciega, rodeado de mar y selva, deportado a un particular estadio salvaje,
dónde no existe el no, ni pasos atrás. Mi bicicleta "made in
República Popular China" tampoco atiende a razón y a sus pedaleos se
agregan jinetes, viandantes, campesinos ...
Todavía no sé con exactitud cómo ni dónde salí de aquel estado de locura transitoria, pero estar estuve, al menos eso documentan unos billetes del lugar en mi diario de viaje.
-La detestable cultura del valer desprecia la cultura del ser ... y en Cuba somos (son). No pretendo imitar a Shakespeare con este "to be" particular, pero es lo que aprendí.
Todavía no sé con exactitud cómo ni dónde salí de aquel estado de locura transitoria, pero estar estuve, al menos eso documentan unos billetes del lugar en mi diario de viaje.
-La detestable cultura del valer desprecia la cultura del ser ... y en Cuba somos (son). No pretendo imitar a Shakespeare con este "to be" particular, pero es lo que aprendí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario