miércoles, 3 de junio de 2009

Apocalipto


La era dos punto cero y millones de internautas en cafés, plazas o parques portátil en mano navegando estas aguas digitales menos dulces y más tranquilas que las que surcaron hace ya más de quinientos años tres carabelas de dudosa valía. No se hicieron servir de fibra óptica o satélites, ni de los modernos sistemas de navegación. Tampoco de los vuelos “low cost” sino que lanzaron un cable de unión en forma de ruta marítima que unió la vieja Europa al nuevo continente. Lo hizo un desgarbado marinero que después hizo llamarse almirante, de nombre Cristóbal.
Con el descubrimiento del nuevo continente se abrió la era de los grandes viajes transoceánicos y millares de pordioseros unos… y grandes navegantes otros se inmiscuyeron en la era de los descubrimientos geográficos. La gran era de los descubrimientos que mantuvo despierta mí atención mientras asistía a las clases de D. Alberola Romero, catedrático de la Universidad de Alicante, a quién apodábamos de forma cariñosa, el descubridor. Muchas fueron las cosas que pude descubrir durante sus clases, pero la primera de ellas fue que sus exámenes no eran tan fáciles de aprobar como pensaba.
Mi alma no hubiera vivido más de los años que tengo. La peste bubónica, el escorbuto, el tifus … me hubieran privado de sus alegrías. Así que cuando me preguntan en qué época de la historia me hubiera gustado vivir siempre contesto que con un buen “botiquín” y la máquina del tiempo dispuesta a la vuelta de la esquina para huir de un eventual ataque de los Txacaltecas, el fin del quince y el naciente que le surge no hubiera sido un mal siglo ni un mal lugar el continente que lo alberga. La prehistoria me hubiera matado de hambre, la Grecia clásica corrompido, envenenado… Roma, quizás Cartago emparentado… En Hispania caído como esclavo. Suevo, Vándalo, Alano …, casí mejor entre naranjos al cuidado de doce caballos árabes de crines negras degollando corderos desatados a la Meca y una belleza turca de mí costado.
Las compañías religiosas como siempre aguaron la fiesta por el Yucatán, biblia, fusil y la viruela de sus caballos que diezmaron a la población indígena en un abrir y cerrar de ojos. Se llevaron de por medio tesoros tasables como oro. Miles de códices Mayas fueron quemados en sus hogueras y desdeñando la precisión de su cosmovisión.
El tiempo, esa masa intangible que los occidentales nos hemos empeñado en moldear y que los norteños del nuevo continente se atrevieron a tildar como la cabecera de “time is Money” ( el tiempo es oro),en España se convirtió en título del programa que hizo famoso a Jordi Estadella. El mismo que nos hizo ver que sí, que acertando preguntas a contrarreloj se ganaba pasta, plata, guita… Si los primitivos mayas levantaran la cabeza le hubieran dado una patada en el culo al guionista para mofarse de que el calendario maya no sólo desdeñaba la falsa precisión del gregoriano sino que además les sobraba un día. Pero no les exime de causa alguna tampoco a estos salvajes la pertenencia de un preciso calendario: 13 meses de 28 días más 1.
Un mundo del calendario maya corresponde a 13 periodos de 400 años (1 baktún) túnicos (360 días)…, Transcurridos y tras una serie de “desajustes” mágneticos … se da paso al mundo siguiente. Vivimos en el cuarto mundo maya, su duración: desde 3.113 a.C. hasta el año 2.012 d.C., el 23 de diciembre en concreto. Serán unas navidades especiales, quizás espaciales, magnéticas o siderales en las que los esperados mochilleros aparezcan esta vez emplumados con sed de sangre y sacrificio… Quizás nada de eso y siga venciendo la pandereta, zambomba y aguinaldo, guitarra, palmas … y corra la manzanilla en Andalucia.

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