sábado, 27 de junio de 2009

Kumare la Kumo


Había hace tiempo un desdichado hombre que aguantaba sus días bajo el sol de Senegal arrastrando una terrible enfermedad que le obligaba a vivir alejado del poblado, pobre y solo. Un marabout (sabio, mago) que llevaba años observando sus desgracias, se convirtió en pájaro y se le acercó para hacerle una proposición: lo convertiría en un hombre sano, guapo y rico con la condición de que le dejara construir su nido en el árbol que plantaría en la puerta de su nueva casa. El hombre aceptó y en pocos meses se convirtió en uno de los más importantes del pueblo: tenía una casa preciosa con un gran árbol de mango en la puerta, tenía la mujer más hermosa y su primer hijo crecía feliz y sano.
Un día el pájaro que había anidado en el árbol de mango se reunió con el hombre en la noche y le dijo: “voy a hacer un largo viaje para arreglar mi plumaje con bonitas trenzas y prepararme para el nacimiento de mis polluelos. Cuida de mis huevos como si fuese tu propio hijo, a ti te los encomiendo, son lo más importante que tengo.” Así quedaron, pero el pájaro, cuidándose de las debilidades humanas, le pidió a una serpiente que vivía en aquel mismo árbol que si le pasaba algo a sus huevos enviara en su busca al pájaro mensajero del pueblo que tuviese la voz más dulce: el Kumaré la Kumo.
Y se marchó.
Al cabo de unos días, el hijo de aquel hombre logró trepar hasta la rama en la que estaba el nido y se encaprichó con los huevos. Durante días estuvo persiguiendo a su padre para que le dejara comérselos y éste, harto de los ruegos de su incansable hijo, cedió.
La serpiente, siempre atenta a los crujidos del mango, corrió a avisar a los pájaros mensajeros del pueblo. Los escuchó a todos hasta que encontró al Kumaré y lo envió en busca del pájaro mago. Muchos pueblos recorrió el Kumaré y en todos ellos se posó sobre el árbol de la plaza mayor y cantó: “el pájaro mensajero te viene a decir que te han engañado, el hombre no supo educar a su hijo y se comió tus huevos, vuelve ahora conmigo para verlo tú mismo.” Por fin encontró al pájaro mago y éste, al oír la terrible noticia, voló apresurado hacia su hogar.
Cuando llegó comprobó que sus huevos ya no estaban y, muy enfadado y triste habló al hombre: “yo te di todo lo que tienes, hicimos un trato, confié en ti y me has traicionado. Creí que habiendo vivido tan difícilmente como viviste tus años pasados sabrías apreciar lo que la vida y yo te hemos dado. Ahora, como muestra de tu propia traición, volverás a empezar tu vida de antes.”
Así fue como el hombre se vio despojado de todas sus riquezas. Así fue como aprendió que más importante que tenerlo todo es saberlo conservar, la confianza de un amigo, que en ocasiones puede ser nuestro salvador, debe mimarse y respetarse.


Por Bakary Keyta
www.kumarelakumo.es

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