sábado, 24 de enero de 2009

Hotel France


A 160 km de Marraquech se encuentra la localidad de Azilal. Regida por una estructura muy simple, se articula en torno a una avenida principal donde el viejo mercedes que nos había traído dejaba a los dos primeros pasajeros con que viajamos, dos jóvenes marroquíes en edad escolar que compartieron gastos con nosotros escabechados en auquella lata. Aunque en Azilal no hay nada realmente interesante, no existe Medina ni Ville Nouvelle (herencia del protectorado), por causalidad, como casi todas las cosas que nos ocurrieron …, acabamos en una sesión de “cine de bar” que parecía sacada de la juventud de nuestros abuelos. La multitud se agolpaba con un buen bocadillo y refresco de casco en aquellas improvisadas butacas …, atentos y sin perder detalle de lo que acaecía en “el reino de los cielos” en versión original y subtitulada en árabe. La película fue rodada en Essaouira, casualmente nuestro lugar de procedencia en ese momento... Clemente dió la primera voz de alarma … -¿Ahí hemos estado?…, ¿no?. Efectivamente, no sólo habíamos pasado por aquella muralla sino que nuestro alojamiento en la finca de un particular se encontraba precisamente muy cercana a aquel punto. Sin duda fue uno de los momentos que más disfrute en esta humilde y desconocida localidad.
Tras un potente desayuno a base de zumo, café con leche y pan blanco con mermelada de melocotón…, preguntamos al gerente del establecimiento por un autobús hacia las cascadas de Ouzoud, muy cercanas a la localidad de Azilal. Gustosamente nos indicó que podríamos conseguir un taxi compartido detrás de la mezquita por un buen precio.
-/Marrassh/, /Marrassh/… /Osúu/ ,/ Osúu/ … /Denat/ … Ésas son las palabras en árabe para referirse a Marraquech, las cascadas de Ouzoud y la población de Demnate, y las profería un cejo fruncido con cara de pocos amigos, cuya función era reunir el dinero depositado en una mesa y sujeto por unas piedras hasta llenar el taxi. Puesto que nuestro destino esta vez era un lugar concurrido no tuvimos demasiados problemas para llenar el taxi, algunos más para comunicarnos con el mister. Cuando dimos con la formula de funcionamiento, depositamos nuestro dinero en una de esas piedras sin posibilidad de regateo y aguardamos a que sonara el nombre de /osú/, Ouzoud al que llegamos en apenas unos cuarenta lentos minutos marroquíes, porque si los españoles no somos muy amigos del reloj u horários …,mucho menos lo son por estas tierras… - La hora de salida: cuando se llene el taxi, autobús o vehículo, ni más ni menos, esa es la hora de partida.
Ouzoud está plagado de campings en los que pasar la noche por un módico precio, unos 30 dirhams, o dormir en el hotel France de salvaje decoración africana junto a casas de bereberes. En él te puedes alojar por algo menos de 100 dirhams, unos diez euros por noche, sin duda un precio caro para el lugar … pero una ducha caliente lo valió…, sin embargo el estremecedor ruido de sus tuberías no me dejo dormir en toda la maldita noche y creo que todos padecimos el peor de los insomnios la noche anterior a nuestra última caminata.
Desde el hotel y ganando un rápido desnivel entre olivos se alcanza la base de la cascada que cae a plomo en tres niveles. Sin duda se ha convertido en el atractivo de la zona, pese a ello guarda un equilibrio con el medio natural…, digamos que aceptable… Todos buscan la misma fotografía junto al salto de más de 100 metros de altura que se desborda entre la fundida y arcillosa pared que parece querer desparramarse hacia el suelo… pero no lo hace, otros buscan a la familia de macacos de la berbería que campan a sus anchas dejandose engañar por algún turista a cambio de postre.
Sin embargo se propone un trekking algo más puro hacia las entrañas del río. En ese afán marchamos en busca de las gargantas de el Oued el-Abid, de fácil acceso y despejada del turisteo más irresponsable e intransigente. Sin más que un poco de ganas es fácil alcanzarlas siguiendo los cañaverales río abajo dejando atrás todos los campings. El agua corre rápida hasta la intersección donde se encuentran las gargantas en medio de un lugar “muy africano” de arena rojiza .Las aguas se envalentonan y presionan fuerte contra la roca moldeando un barranco estrecho que escupe el agua a otra vertiente para juntarse con un agua achocolatada que enseguida vence y tiñe a la más pulcra.

Allí se juntan dos canales y ladera arriba crece “el quif “, materia prima para la elaboración del hachis, técnicamente ilegal aunque la posesión de campos de quif sigue siendo tolerada. Justo en aquella intersección un campesino nos detiene para cortarnos el paso con un castellano seseado. – Donde vais?... bajar a las cuevas…, de aquí en adelante no hay nada. Entendemos claramente el mensaje más aún cuando nos ofrece fumar… Declinamos la oferta para ganar el pueblo de Tanaghmelt y entrar en una zona conocida como el desierto mexicano, la verdad es un lugar muy pintoresco porque el paisaje cambia la vegetación por diminutos cactus que crecen en forma de matorral por el que asomaba algún camaleón fumado.

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